Casas de bajo consumo y sostenibles

Cómo la robótica asistida puede cambiar nuestros hogares

¿Quién cuidará de nosotros en el futuro? Según muchos políticos, científicos y analistas de mercado, podrían ser los robots. Robots que sepan cambiar pañales y pasen tiempo con nosotros cuando seamos viejos.

Como resultado, la cuestión de quién debe cuidarnos en el futuro está agitando los debates sobre la alienación y la naturaleza humana. ¿Sin embargo, otro tipo de pregunta queda sin responder: si los robots deben cuidar a la sociedad, quien estará cuidando de ellos?

Cómo la robótica asistida puede cambiar nuestros hogares

Si la visión de los robots cuidadores se convierte en realidad, lo más importante no será si queremos o no robots, sino más bien, cómo tendremos que cuidar a esos robots.

Los robots se anuncian como máquinas altamente adaptables que se ajustan a las necesidades de los seres humanos, no al revés. Pero los robots que existen, realmente están en constante necesidad de atención, y es este cuidado (no el robot) el que queremos que sea invisible.

Sin embargo, esta visión es una ilusión. Un profesor retirado que pasó su carrera académica en la robótica, una vez me dijo en una entrevista: Cuando diseñamos robots, no construimos solo máquinas, sino toda una infraestructura para hacerlos funcionar.

Nuestra imagen de los robots es engañosa porque todo robot requiere de apoyo específico según sus necesidades. Una vez que salen del laboratorio y entran en nuestra vida, nuestros hogares serán sus hogares. Los robots no aparecen durante la noche hacen su trabajo y después desaparecen, sino que están permanentes.

Se trata de infraestructura.

Deberíamos preocuparnos acerca de la presencia de los robots. No sólo porque pueden cuidar de nosotros, sino también porque hay que cuidar de ellos.

Un argumento muy común es que cómo nuestras casas se basan en la escala y la forma de los seres humanos, es lógico que los robots deban tener la misma forma. Hay otros que abordan el tema desde una perspectiva alternativa, mirando cómo nuestros hogares y nuestros objetos pueden cambiar para adaptarse a las necesidades de los robots.

La conclusión es que los hábitats humanos son lugares sucios, hostiles para los robots. Los robots son más bien frágiles y necesitan constante atención. Por otra parte, sus acciones no son invisibles, pero es probable que transformen nuestros entornos cotidianos.

La comprensión de esta dependencia mutua de los robots y los seres humanos, nos da la posibilidad de dar forma a nuestra relación con la tecnología. Si cambiamos el enfoque de los robots, obtenemos nuevas ideas sobre cómo la tecnología puede cambiar nuestras vidas.